domingo, 10 de diciembre de 2006

La gran Estafa

Lo difícil no es ofrecerle el alma al Diablo, sino que él la quiera comprar. ¡De ahí en adelante sigue el problema del precio!

¿Cuantos años habrán pasado en los que nuestras convicciones eran tan diferentes a las de hoy?, recuerdo haber exclamado con absoluta convicción “…prometo firmemente no volver a pecar…” y no se cuantos pecados me perdí por cuenta de tal jaculatoria.

Durante una importante porción de mi vida estuve inmerso en las culpas, como muchos otros de mi tiempo, aprendí por ósmosis en mi entorno que las tentaciones eran la encarnación misma del mal y la abstinencia era un “valor”, por tanto, ante la imposibilidad de renunciar a los sentidos, el sentimiento generalizado era la culpa.

En ese entonces llegué a creer que uno podría venderle el alma al Diablo y hasta estaba seguro de poder ofrecer un buen precio. Ese ejercicio mental de seleccionar inteligentemente los tres deseos de la lámpara maravillosa funcionaban también para eso de pedir los “poderes” que necesitaría para hacer realidad mis “planes”; sin embargo las “férreas” convicciones me llevaban a descartar ese camino, no fuera que el señor Oscuro tuviera algún poder de leer los pensamientos y hacerme un ofrecimiento difícil de rechazar.

Fue entonces la cobardía la que impidió que mis pecados de “pensamiento” pasaran a ser de “obra” y “omisión” aunque yo prefería pensar que había sido la “fuerza” la que había ganado un adepto para los caballeros Jedi.

La culpa de hoy, si es que hay alguna, es la de no haber sucumbido con mayor frecuencia.

Hoy creo tener más claridad para distinguir la maldad, lo perverso y lo cruel del disfrute sin culpas de los placeres de los sentidos y la inteligencia. Eso, CREO, es lo bueno y pretendo radicar allí mi nueva Fe.

Mi oficio, abogado, está sembrado de ejemplos de maldad, perversidad y crueldad, aunque es necesario aclarar que lo malo o perverso poco tiene en común con la ley y sus prohibiciones.

Otros oficios, tal vez el arte, están más relacionados con el placer, aunque el Oscuro tiene allí también sus sucursales y sus delegados para el mercado: Traficantes, oportunistas, mentirosos, y otros colegas que poco conozco.

Pero volviendo a los negocios, el asunto es que estando predispuesto a lo que antes consideré “pecado” he vuelto a pensar en ofertar el alma, nada mal caen unos pesos por estos días, lo malo es que ya no encuentro comprador, no se si porque el producto ha rebajado de precio o porque definitivamente a quien interesan esas mercancías le ha de parecer que no es buen negocio comprar lo que le pertenece.

En todo caso, si le interesa, no dejamos de hablar…, como se dice la jerga de la compraventa…

Por ahora seguiré pensando en los pormenores de la planeada estafa de vender lo ajeno o, en su defecto, de aprovechar la mercancía al máximo, es decir, ponerle el “alma” a lo que me gusta: Amar con el Alma, Besar con el alma… vivir con el alma a flor de piel.

2 comentarios:

PALA dijo...

Alguien lo ha dicho mejor, y esto dijo:

ALREDEDOR NO HAY NADA

El moño, las pestañas, las pupilas,
él peroné, la tibia, las narices,
la frente, los tobillos, las axilas,
el menisco, la aorta, las varices.

La garganta, los párpados, las cejas,
las plantas de los pies, la comisura,
los cabellos, el coxis, las orejas,
los nervios, la matriz, la dentadura.

Las encías, las nalgas, los tendones,
la rabadilla, el vientre, las costillas,
los húmeros, el pubis, los talones.

La clavícula, el cráneo, la papada,
el clítoris, el alma, las cosquillas,
esa es mi patria, alrededor no hay nada.

JOAQUÍN SABINA.

Pietá dijo...

Estoy realmente sorprendida!!!
Cuando hagas negocio, por favor inclúyeme en tus referidos.