Muertos de miedo, muertos de asco, muertos de risa, muertos muertos… y vivos muertos, disfrutamos por igual, una vez más, de ese sonido tan de ustedes y tan nuestro.
Al principio la charada me pareció ridícula, innecesaria, reexplotación de la apología del paisa federal, costumbrismo inventado, simple verborrea sin valor estético ni gracia, pero pronto vino la música al rescate y me acordé a que había ido, reconocí una realidad, igual que un combo bravo de otros que les seguimos la pista desde hace rato y que llenamos el “establecimiento” (aunque sea un cementerio) encontramos su música actual, vigente, universal y nuestra; como buen Jazz que es, su propuesta, la puesta en escena y hasta la danza y teatro que se entremezcló dieron al concierto ese toque de lo recién nacido sobre huesos en descomposición, un pasado y un presente viviendo juntos, putrefacción capaz de dar a luz bellas flores y frutos deliciosos…
Hey muchachos, ¡Gracias!, seguimos pendientes