miércoles, 27 de julio de 2011

Optimus Prime vs El Bizcocho García


¿Puede compararse lo que incomparable?

1.       Adicción a la fantasía:

Transformers: El lado oscuro del cine. Una monumental y ruidosa estupidez, solo comparable con aquella del aficionado al cine que a sabiendas de lo que se puede esperar de este director y de la “franquicia” insiste en ver  con sus propios ojos lo que se les ocurrirá en efectos para superar al inmediato precedente;  y en realidad la porquería de moda, que no solo costó millones de dólares, sino que además los multiplicará a la N potencia, paga la entrada, 5.000 pesitos con carnet, solamente en la impresionante secuencia final, que bien podría ser un corto sin explicación alguna, con alguna leve ironía, a modo de “Deux Ex Machina” y que, en el contexto de esta película, parece querer decir  dos cosas,
- No se necesita  argumento alguno para justificar la pirotecnia  digital y producir plata
- El cine no es arte,  es negocio.
Dos obviedades, aún así y siguiendo esa misma lógica, creo que tampoco se necesita hora y media de película de relleno, en el peor de los sentidos, para mostrar al final lo que pueden hacer los animadores y sus supercomputadoras.

2.       Adicción a la realidad

Todos tus muertos: Realidad que supera la ficción y ficción que la denuncia. Si uno vive aquí sabe que no es una caricatura, que masacres como esa han ocurrido muchas y peores, documentadas y no, montones de cadáveres insepultos, o sepultados anónimamente, o que corren como ríos en los ríos, que arden en piras o que se esfuman con dinamita…, muertos por algún perverso capricho o por alguna pensada táctica - estrategia, muertos de nadie y de todos.
Desde la indiferencia oficial  hasta el criminal encubrimiento, la ingenua actitud campesina de denunciar y aclamar por justicia aun en medio de su horror, los muertos que están más vivos que nunca y que miran con sarcasmo acusador ¿acaso los muertos no son en realidad los espectadores, no de la película, de nuestro diario acontecer?.
Esta metáfora, se me antoja, un retrato exacto de colombianidad, un dedo acusador, una pequeña muestra de que el cine no es solo negocio, puede también arañarnos, trastornarnos, introducir en nuestra vida un componente de desasosiego, de búsqueda, de duda, es más que puro pasatiempo, puede ser arte.