jueves, 27 de marzo de 2008

V.I.P

Lo que dura el semáforo en cambiar, ese es todo el tiempo que tengo para el espectáculo invisible a otros ojos, la ventanilla del autobús señala el inexorable marco, o un poco más atrás con giro de cuello, un poco más adelante hasta donde la miopía deja...
Dos colegialas descaradamente hermosas derrochan sonrisas y sonrojos para salir de escena, el hombre de traje gris cruza rápidamente, parece flotar y solo su portafolio lo mantiene pegado al piso, pero pronto pasa a un segundo plano, una obesa dama escarba en las basuras en la acera de un edificio, la acompaña un perro negro, particularmente bello y dueño de la calle, ella le habla, parece que tienen una conversación fluida porque él la observa detenidamente mientras ella sin dejar de hablar esculca en las bolsas negras, se supone que eso le toca al perro pero por alguna razón la costumbre ha cambiado y en esta ocasión es ella la que mete la mano en las inmundicias de un conjunto residencial, la conversación se prolonga, ahora parece que discuten, seguramente al perro le disgusta no poder olfatear a sus ansias y teme que los mejores hallazgos se los lleve ella, riñen y ella cruza media calle, él inmóvil, ella gira y le grita para que la siga, pero él no se mueve, espera pacientemente a que pase el bólido que por poco la atropella, pasado el peligro el perro la alcanza para continuar la inspección...
La escena se desliza rápidamente para desaparecer definitivamente, en los altavoces del colectivo resuena una extraña banda sonora...

La obra espantó el espanto, la sonrisa invisible es el aplauso.

5 comentarios:

Umberto Pérez dijo...

Muy bonito. Cine silente, Siglo XXI. Casi nunca me gustan esas bandas sonoras pero aplaudo en cada esquina.

Liliana dijo...

Esa imagen también se repite en mi ciudad. No sé si esbozo una sonrisa, porque me da ternura, o una mueca, porque me da desesperación...

d1eg0 dijo...

ey!, que bueno es tener una ventana, que bueno es tener esa ventana que sin antena ni enchufe nos desconecta, que nos conecta, que nos contenta también. Que bueno es tener esta ventana en ocasiones, como ahora para leer sus letras.

PALA dijo...

¡Que bueno que mandés fotografías!
¡Que belle tener a la mano una imagen de la que sigue siendo mi ciudad!
Mi sonrisa -esa sí muy visible- es mi aplauso para vos.

Anónimo dijo...

Siempre paso por acá, siempre, como otra suerte de hogar. Gracias, infinitas.

Andrés