viernes, 27 de abril de 2007

¡Libre!

El camino de todos los días es el mismo, desde mi puerta me esperan días con cielos distintos: Azules, grises, blancos…

Más o menos a la misma hora, cuando abandono mi madriguera me enfrento al feroz cemento, se que en cualquier rincón puede esperar la muerte, todos caminamos sumergidos en nuestras propias angustias, la plata que no alcanza, lo que no podemos cambiar aunque quisiéramos, la miseria repartida por todas partes, los afanes propios y ajenos y adentro ese recuerdo dulce que nos justifica, esa falta que nos hace seguir adelante para saciarnos aunque siempre hemos de quedar con hambre.

Desde unos cuatro metros hace muchos días me observa fijamente una hermosa dama, es una mujer de rostro y cuerpo perfecto, su mirada se debate entre dulce y asesina, siempre, siempre, siempre la miro.

Desde que abro mi puerta en las mañanas y cruzo la primera calle me acuerdo de ella, se que me espera en esa esquina, que no se moverá ni un milímetro, sueño que me extraña y que también sabe que cruzo frente a ella a la misma hora todos los días, pero se que nunca me hablará, nunca sonreirá, nunca se perturbará su mirada con mi presencia.

Cuando estoy a su lado, mientras espero el cambio de semáforo, siempre la miro y me deleito en fantasías, ¿Quién será?, ¿Cuál será su nombre?, ¿Qué olores despiertan sus pasiones?, ¿Preferirá hablar o escuchar?... el color cambia a verde y todos obedecemos mansamente, no más preguntas hasta mañana cuando el tráfico nos detenga en el mismo sitio.

Una vez pensé que esa hermosa diosa solo quería que comprara su ropa, pero deseché tan absurda idea, alguien tan bello no puede estar destinado a tan triste oficio, preferí pensar que era alguna especie de princesa encantada, petrificada dentro de una inmensa valla por el maleficio de alguna malvada bruja envidiosa de su belleza, ahora se que no puede escapar porque el semáforo en realidad es el artefacto mágico que la vigila día y noche… decidí liberarla.

Todo lo planifiqué meticulosamente, tendría que esperar el día y la hora propicia, lo más difícil: controlar mis impulsos de actuar de inmediato.

En la soledad de la madrugada dinamité el semáforo y escalé el muro para liberarla de su prisión, no fue nada fácil derribar la torre donde era prisionera pero lo logré.

Ahora me persigue la policía, que ingenuos, me llaman terrorista.

Se que nunca más la veré, pero aun como prófugo me basta la certeza de su felicidad para seguir viviendo…

5 comentarios:

Siempre dijo...

Bieeeeeeeen, me encantó el cuento.
Un abrazo amigo que bueno que vuelves.Y con estas lineas mejor aún.
Besos

César-in dijo...

¡Hey, acá hay un par de vallas de esas que esperan ser liberadas!
Vamos andando y veremos, pero bueno, ya te veré... acaba de cambiar el semáforo...

Boga dijo...

Que bueno!!!
Me ha gustado mucho, ha sido como una invitación a liberar algunas de estos rincones que también me persiguen.
Un saludo desde la otra orilla

Tower of song dijo...

CON TODA SEGURIDAD!!!

Los Alas de Prueba van a estar en Medellín la otra semana, tienes que estar pendiente, tienen un toque en la EAFIT!!

un abrazo

PALA dijo...

Se te extrañaba ya...
Tíranos más piedras, por favor.
¡Qué linda historia!